Michel Foucault Poder 1
El poder genera luchas que cuestionan el status del individuo, son luchas en oposición a los efectos del poder, ligados al conocimiento, a la competencia, la calificación, es una técnica, a una forma de poder que emerge en nuestra vida cotidiana, categoriza al individuo, lo marca, lo une a su propia identidad, le impone una ley de verdad que él tiene que reconocer y al mismo tiempo otros deben reconocer en él. Desde el siglo XVI una nueva forma de poder político ha ido desarrollándose, el Estado; que ha integrado una vieja técnica de poder, que tiene su origen en las instituciones cristianas. Podemos llamar a esta técnica de poder, poder pastoral. El cristianismo es la única religión que se ha organizado a sí mismo como Iglesia, la que postula en principio que ciertos individuos pueden, por su cualidad religiosa, servir a los otros como pastores, cuyo objetivo es la salvación individual; esta forma de poder no puede ser ejercida sin el conocimiento de las mentes humanas, sin explorar sus almas, sin hacerles revelar sus más íntimos secretos. Esto implica un conocimiento de la conciencia y la habilidad para dirigirla. En cierto modo, podemos ver al Estado como a una moderna matriz de individualización, o una nueva forma de poder pastoral. Podemos observar cambios en su objetivo. Dejó de ser una cuestión de guiar a la gente para su salvación en el más allá, para pasar a ser una cuestión de asegurar su salvación en este mundo, en la salud, en bienestar, en tener riqueza suficiente, seguridad y protección contra accidentes. Esto implica el tipo de poder pastoral, que durante siglos, más de un milenio, ha estado ligado a una institución religiosa definida, frecuentemente diseminada por todo el cuerpo social encontró apoyo en una multiplicidad de instituciones, con una táctica particular que caracterizó a series de poder: aquellas de la familia, la medicina, la psiquiatría, la educación y el trabajo. Es probable, que el más certero problema filosófico sea el problema del presente y lo que nosotros somos en este preciso momento. Es probable que hoy en día el objetivo más importante no sea descubrir qué somos sino rehusarnos a lo que somos. Debemos imaginarnos y construir lo que podríamos ser para librarnos de este tipo de doble vínculo político (double bind), que es la simultánea individualización y totalización de las modernas estructuras de poder. La conclusión podría ser que el problema político, ético, social y filosófico de nuestros días no es tratar de liberar al individuo del Estado y de las instituciones del Estado sino liberarnos de ambas, del Estado y del tipo de individualización que está ligada a éste. Debemos promover nuevas formas de subjetividad a través del rechazo de este tipo de individualidad que nos ha sido impuesta durante siglos.
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