El despotricador
El otro día paso por casa un despotricador, podríamos definirlo como esas personas que dicen que todo pasado fue mucho mejor, que así como marchan las cosas parecieran acercarse el fin de los tiempos, que la gente es mala y que la juventud esta perdida, las ciudades son feas, las calles oscuras, la vida es fea, nunca sale el sol para estas personas, el pasado les aplasta la cabeza y no pueden levantarse a ver mas allá de sus narices. Pero lo que llama la atención de estas personas es que no conciben otro orden distinto que el que no sea emanado de una autoridad fuerte, piensan que el libertinaje, los delitos solo pueden ser erradicados con la mano dura, que solo prohibiendo, reprimiendo y encarcelando a los culpables se puede llegar a vivir en un relativo orden en la sociedad, como no tienen orden interior lo buscan en el exterior. Si miramos un poco para atrás, tanto el comunismo, como el nazismo, como el fascismo, eran sistemas de gobierno basados en el autoritarismo, en el terror, que prometían orden y progreso mientras impera ley y el respeto. Como aprendimos, millones de desaparecidos, fusilados, torturados, campos de concentración atiborrados, fueron las consecuencias de estos regímenes, porque la ley siempre debe ir de la mano de la justicia; y cuando se busca la justicia a través de la fuerza, de las armas, esta desaparece, nunca puede ser imparcial, ya que la justicia necesita del arbitrio de dos partes y un juez, de buscar el equilibrio, lo justo, de un jurado para que de el veredicto. Cuando la democracia se transforma en dictadura, no hay imparcialidad y la justicia deja de existir en esos regimenes, el derecho es el del mas fuerte. Por eso los gobiernos de la fuerza, siempre están levantados en la base del miedo, de al visión negativa de la vida, de que todo es una porquería, a no ser que lo diga el de arriba, que solo un dictador temible puede dar seguridad, traer el sol, por eso cuando este tipo de miradas empieza a abundar en la sociedad estos regimenes nacen como de generación espontánea. Donde reina la paz, la libertad y la tolerancia siempre hay democracia donde reina la guerra, la represión y la intransigencia siempre hay dictadura. El optimista es el alquimista de una sociedad libre y justa, el pesimista es el carcelero de su miedo y de sus hermanos.
Pablo Martín Gallero
Pablo Martín Gallero
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