Los pies sobre el suelo
La tierra es una caja mágica que permite la vida, es un genio de la lámpara que con solo trabajarlo te da frutos, recursos, placeres y riqueza. El suelo es una delicada piel de la tierra donde millones de seres trabajan para mantenerlo limpio y con vida. Pero desde que abandonamos nuestro ser nómada, hemos asado, arado y envenenado esta piel que se esta resecando y muriendo. Curiosos nos preguntamos porque estamos sufriendo tantos aludes de tierra, inundaciones y catástrofes. Si pudiéramos regresarle a los suelos agrícolas del mundo la materia orgánica perdida a causa de la agricultura industrial, podríamos capturar un tercio del CO2 de la atmósfera. La materia orgánica es la clave del suelo, esta permite su fertilidad, las moléculas mantienen unidas sus partículas protegiéndolo contra la erosión y volviéndolo más poroso, absorbiendo las lluvias y liberándolas lentamente a los ríos, en un ciclo continúo de regeneración que por millones de años disminuyo el CO2 permitiendo la vida. Al suelo hay que cultivarlo, alimentarlo y dejarlo descansar. El compost nutre el suelo, el barbecho permite que este descanse, las terrazas, el mulch, y otras prácticas conservan el suelo. La revolución verde nos deslumbro con la magia de la ciencia, llenamos de fertilizantes nuestros suelos, olvidándonos de la sabiduría rural, agotando la materia orgánica. La recuperación activa de la materia orgánica del suelo podría enfriar efectivamente el planeta ya que capturaría millones de toneladas de CO2 del aire, además si los residuos orgánicos urbanos fuesen incorporados a los suelos agrícolas, las emisiones de CO2 de los rellenos sanitarios y las aguas negras podrían reducirse de manera significativa. Recuperar el suelo requiere respuestas urgentes y cambios de estilos de vida cómodos pero obsoletos.
Comentarios
Publicar un comentario