Hacer el bien sin mirar a quien
Hacer el bien es terapéutico. Muchas personas ya no saben que terapia probar para aliviarse de algún tormento, sea psicológico o físico, aunque la mayoría de las veces uno es la consecuencia del otro; pero no se animan a dar un primer paso haciendo algo fuera de lo ordinario para superarlo, pues la rutina se hace costumbre y la costumbre da seguridad, sin embargo el barco atado al muelle está seguro, pero no deja de oxidarse por debajo. El ser humano necesita estar en movimiento como la bicicleta para no perder el equilibrio, al igual que el agua cuando se estanca se pudre. El psicoanálisis hizo que la persona se centre en sí misma para superar su neurosis, que hurgue en su pasado, así hacer consiente momentos traumáticos que persiguen como la sombra hasta que no se resuelven. Esto provocó una visión del hombre como ser individual, centrado en sí mismo, en su historia, que dispara culpas para todos lados, sin dar con sí mismo. El consumismo es parte de la solución que encuentra para llenar el vacío y al Marketing le viene como anillo al dedo. De a poco va olvidándose de los demás, de sus raíces, de su comunidad, intenta destacarse teniendo éxito material, el que le da una falsa sensación de progreso; pero solo distrae la atención como una buena película, pues solo nos superamos cuando somos libres y la libertad es inversamente proporcional al número de llaves que tengamos en los bolsillos, la libertad es un estado espiritual que solo se logra en lo espiritual, que brota de la verdad y da frutos de paz. Por eso la ecología esta descuidada hoy, pues el ser humano no lo ve como parte de su problema, traslada los costos a otros, ya que está tan centrado en el éxito, en el superávit de sus cuentas, de su empresa, de su país; que deja que lo resuelvan las futuras generaciones. Platón decía que buscando el bien de nuestros semejantes encontramos el nuestro, hacer algo por los demás reanima nuestro espíritu, la sangre va a las venas y vuelve al corazón, las buenas obras van para los demás pero vuelven a nosotros trasfiguradas siempre en algo positivo. Hacer el bien sin mirar a quien, empezando por casa, luego se vuelve un deporte, una costumbre, se adopta como un hábito y al mundo derrama con su gracia.
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