Naufragos Ecológicos

No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy, conocido adagio al que nuestra cultura no le presta atención, porque tenemos un placard donde todos los países guardan su basura, su contaminación, sus químicos no reciclables, sus herbicidas, sus gases invernadero, sus materiales radiactivos etc. Etc, el cual dejamos para que las futuras generaciones ordenen. El cual, el día menos pensado explota devorándose a vidas inocentes. Es como ese juego donde se pasan la pelota hasta que alguno le toca resolver el problema. Inconsciencia, insensibilidad, ¿como llamar nuestra actitud? Claro cambiar nuestra forma de producción representa una perdida millonaria, uno desafió para nuestros oxidados pensamientos, le perdida de la corona de los señores feudales, un problema nuevo para nuestra empantanada lógica y un ejercicio pesado para nuestro placentero confort; nadie dice que será fácil, pero no hay otro camino para la supervivencia. A parte de padecer el complejo de Pilato, ese de lavarse las manos, estamos hipotecando el futuro de nuestros hijos, con la misma lógica que las deudas ilegitimas externas, esas que causan desnutrición en los niños que se mueren faltos de fuertes sistemas inmunológicos. Pero no queremos cambiar, todavía anda la obsoleta maquinaria antigua generando cuantiosas divisas, todavía los esclavos engrillados no se quejan, todavía se puede tomar agua de los ríos contaminados, todavía la lluvia ácida tarda en pudrir los techos de chapa, todavía los niños con malformaciones son pocos, todavía las inundaciones no llegan a los palacios, todavía los huracanes solo afectan a los pobres, todavía los granizos solo rompen las plantas de los pequeños productores, todavía el petróleo es el negocio del siglo. Quizá pensemos que dar unos pasos para atrás sea signo de debilidad, de subdesarrollo, de pusilanimidad, pero no queda otra que volver a utilizar los métodos tradicionales de producción, esos que no contaminaban, y tenemos la ventaja de contar con mucho mayor y mejor conocimiento y tecnología para aprovechar energías alternativas degradables, pero todavía este pensamiento es causa irritación, malestar, y hasta nauseas, porque somos reacios a cambiar, orgullosos por lo que hemos conseguido, fríos ante lo que hemos podrido, egoístas en el silencio de nuestros hermanos a los que hemos cortado la lengua, bobos ante la tempestad que nos cubre, pueriles náufragos alegres con dinero en mano.

Pablo Martín Gallero

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