
Para
entender la política hay que entender las relaciones de fuerza que presenta una
población, la política es la pelea por conquistar el sentido común, el espacio
público, la política no es la guerra, es una batalla cultural. Cambiemos, el
PRO, es una coalición, una ideología, conformado por la derecha empresarial,
por primera vez un partido conservador gana elecciones libres en la historia de
este país, termina de cerrar la crisis política que surgió en el 2001, con dos
partidos bien definidos, el PRO absorbe el voto antiperonista, de las clases
altas, el lugar que tenía la UCR. El binomio que propuso cambiemos fue
república contra populismo, tomando vocabularios que propone la derecha
trasnacional, cualquier cosa que se salga de los estrechos márgenes de los
liberales cae en el concepto demonizador de populismo, lo contrario es la
república, que el discurso de la derecha toma como bandera, el buen
funcionamiento de las ideas democráticas. Pero desde 2015 hasta el presente no
ha pasado, como designar jueces de la corte por decreto, la manipulación del
sistema judicial, que los servicios de inteligencia espie a la población
otorgando a la prensa conversaciones privadas... Como diría Fierro los pingos
se ven en la cancha, y los políticos en la economía, la figura del emprendedor
que iba a derramar beneficios para la sociedad, no pudo dar frutos con ajustes
e inflación, repitiendo el paliativo del asistencialismo que tanto criticaban a
sus contrarios, una deuda a pagar en 100 años es una deuda para toda la vida...
Los valores necesitan de la educación para implantarse, pero la educación
necesita presupuesto, sino sus espacios se precarizan. Hay una tensión entre
democracia y liberalismo, personas que se declaran liberales pero que actúan
autoritariamente, justificando la violencia del estado. A partir de la muerte
de Santiago Maldonado, se articuló un movimiento de odio al diferente, a lo que
sea derecho colectivo, a las garantías del estado, legitimando este discurso a
través de los medios; lo moral y trabajador, por sobre los delincuentes y
vagos, fue conformando un desacuerdo político, que los defensores del modelo
les gusta despreciar, para sentir superioridad moral. El proceso de la creación
de un nosotros, necesaria para conformar un pueblo libre, se forma de una
propuesta, una visión compartida, pero como la propuesta de hombre europeo,
blanco, trabajador genera una fantasía que niega otras cosmovisiones, de un
pueblo nacional, con memoria histórica, de la tradición federal, con el
interior presente… lo que no logra aglutinar al Argentino para la construcción
de la patria libre y soberana como soñaba el General José de San Martín.
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