
Por
unos caminos de la colonia, vi a un mono arriba de los árboles que huía
despavorido ¿cómo no huir? si nunca dejamos de perseguirlos; y nuestra razón
instrumental no deja de convertir todo en mercancía o trofeo. Hace unos años en
un barrio unos niños festejaban haberle acertado a un picaflor con la honda; un
picaflor que no molesta y poliniza las plantas, la frase gauchesca “todo bicho
que camina va a parar al asador” más que un consejo culinario, es una lisonja a
nuestro instinto cazador. De niño solía hacer chozas arriba de los árboles, les
puedo asegurar que hacer una choza arriba de un árbol te cambia la perspectiva
de la vida, ampliando el horizonte de nuestra mirada, el mundo se vuelve una
linda aventura por descubrir; el árbol nos conecta con nuestras raíces y
esencia, reconozco que los que proponen la árbol terapia, abrazar un árbol para
sanar dolencias no están errados. El árbol hace todo lo posible para florecer y
dar frutos, siempre buscando el sol y emanando oxígeno, su vida es pura
generosidad, debiéramos aprender de ellos, pero el árbol siente el silencio de
los caídos, por falta de las raíces que utilizan para comunicarse como una
internet subterránea, porqué el ser humano, en vez de hacer una tala discriminada
y racional, convierte paramos en desierto de soja o algún monocultivo, o para
pasturas o minería, lo que no permite la biodiversidad y la vida de la fauna
silvestre, pasando el problema del calentamiento global, la extinción de
especies para las futuras generaciones. Un gobernante no debiera comprometer a
futuras generaciones, con futuros compromisos, sino que debiera asumir los
compromisos que dure su mandato, siendo responsable por ellos ¿Hoy en día se
actúa impunemente? ¿Caminaron alguna vez por la selva contemplativamente y en
silencio? Tiene una mística que hay que sentir para descubrirla, pero si somos
materialistas, si solo vemos dinero en los troncos, jamás sentiremos nada,
porque lo material se vuelve como una coraza para ver otros aspectos de la
vida, un pez no puede vivir sin agua como el espíritu no puede respirar en un
ambiente hostil; una flor no puede crecer si no se riega, el espíritu no puede
florecer si no se lo cultiva. Concentrados en la mercancía se mofan de los que
proponen otra cosmovisión existencial, en equilibrio con la naturaleza; después
nos enfermamos, con ansiedad, depresión, neurosis u otra patología, no sabemos
porqué, y nos hemos pasado la vida persiguiendo ilusiones y vanidades. Se quema
el amazonas como leña para el asado, pero lo que no vemos, es los que nos
estamos asando lentamente somos nosotros.
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