Cucaracha


Hay un capítulo de una serie conocida, donde a los soldados del ejército se le implantó un chip en el cerebro que le daba súper habilidades como vistas a través del drone, planos, mira digital, etc. Pero también configuraban al chip para que el enemigo sea visto como seres de otro planeta al que llamaban cucarachas, distorsionaba la voz de sus enemigos por lo que no los podían entender y hacía que su aspecto sea monstruoso, para que no tengan remordimientos al matarlos, sintiéndose orgullosos de estar haciendo el bien a la humanidad. Buena metáfora para comprender cómo a veces el fanatismo, las ideologías, las convicciones cerradas, puede generar sensación de certeza en el cerebro que hace que veamos al enemigo como cucarachas al que se quieren aplastar, no se los escucha, no se busca comprender su punto de vista, no se los ve como iguales, sino como seres despreciables, esto no pasó solamente en el nazismo donde no se reconocieron los derechos al pueblo judío, sino pasá todos los día cuando un grupo, etnia, casta, elite, no reconoce a otro grupo por ser diferente, por tener otros valores o por tener otra visión de la humanidad. Muchas veces promovido a través de la televisión, en programas pero también con trolls dispersos en todas las redes sociales. En muchos países democráticos la oposición es tratada como cucarachas, se hace lo posible para ensuciarlas con corrupción, fraudes, estafas, condenando a través de los medios masivos y no con la justicia como debiera; utilizan cualquier mentira, con tal de que la población les crea….miente...miente que algo quedará...como si instalaran un chip en el cerebro de la población,  llenan de tanto odio a la sociedad, que toma posición y solo quiere quitarse al enemigo de encima, al que si tuvieran la oportunidad dispararían sin remordimientos considerando que están haciendo un bien. La democracia pierde su razón de ser, su dialéctica implícita que le permite superarse a través del diálogo, de la discusión, de la múltiples ideas y partidos, del reconocimiento y valoración del otro, para pasar a ser un espectáculo de peleas y chimentos.


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