Democracias indefinidas
El poder es un fruto dulce que la mayoría quiere probar, pero que mal utilizado se vuelve un árbol venenoso que hace sombra a los árboles de los buenos frutos. Querer tener el poder es una actitud atávica a nuestra naturaleza, desde el tiempo de las cavernas hasta la vida en el barrio. El poder es la capacidad de imponer determinada conducta en los demás; esto al líder se le vuelve una adicción, que puede mudar democracias progresistas a dinastías despóticas. Así como a los niños hay que ponerles límites para que no se lastimen y lastimen a otros, a los adultos también hay que ponerles límites, porque en los puestos de poder suelen volver a ser como niños. La Naturaleza no tolera la mentira, en ella nunca hay evolución sin cambio, nos enseña a dar lugar a lo nuevo para mejorar lo viejo. Si queremos que el poder no se vuelva un atributo de una persona sino un rol estratégico para lograr un fin bueno que se cumple en un periodo, para que el poder no se vuelva una amenaza, una prerrogativa de unos pocos que se benefician del mismo, un mecanismo que aprenden a manejar y no se atreven a soltar porque este se suele encarnar, hay que renovar los cargos políticos como se renueva el agua del rio con su fluir. Hoy en día hay democracias como la de Ortega en Nicaragua, o la de Hugo Chávez en Venezuela que modificaron la constitución posibilitando la reelección indefinida, que es un error democrático que no hay que cometer, el poder por periodos es una clausula pétrea de nuestras democracias. La idea progresista se marchita cuando no se renueva su tierra, hay que formar cuadros políticos que puedan seguir con la misión propuesta pero es esencial el cambio de personas, no hay que creer en los súper hombres que ya es una teoría desechada. El primer requisito para ser un buen dirigente es la humildad, tener la capacidad de escuchar y reconocer a los otros como seres capaces e iguales. Por ello se debe renovar constantemente las personas que ocupen cargos jerárquicos, para prevenir el pecado del personalismo. La perpetuidad en los cargos no dinamiza la política, todo lo contrario, son como las células que no se renuevan en el organismo produciendo un cáncer perjudicial para el mismo.
Chaves cometió este error,
ResponderEliminarpero para Aristóteles,
lo importante era luchar por el bien común,
para ser una forma buena de gobierno,
y Chaves siempre se a precupado por ello.