Pecados Capitales
Hablar de pecados parece una problemática de la edad media, ahora el psicoanálisis es el que encuentra las respuestas para un Dios que parece haber pasado de moda, puesto que siempre nos olvidamos que hacemos un Dios a nuestra medida. Pensar nuestras conductas es el camino de la sabiduría, corregir el rumbo cuando no es el correcto solo se lo puede hacer si se tiene una brújula. Alguien dijo que la política es el arte de hacer lo posible de lo necesario, para eso debemos analizar los siete pecados capitales que se comenten estando en el poder, son denominados así por ser cabeza o principio de todos los demás pecados, plantean una problemática ética fundamental: la posibilidad de atender al otro como un fin en sí mismo. El primero es la Soberbia, creerse superior a los demás y por ello no considerarlos como dignos. Luego le sigue la pereza en la política es inacción, un desgano desesperanzador que no logra terminar obras necesarias para el bien común. La lujuria es el erotismo como decía Menem que genera el poder, erotismo que no considera al otro como una persona valiosa en sí misma, sino como objeto que satisface los deseos personales. La avaricia que tiene por fin la acumulación de riquezas, el más común en la política, y para esto se desvían los fondos públicos, lo que deja a muchos en la marginación. La Gula es vivir para comer, que daña la salud o genera sufrimiento a sí mismo, consintiendo el apetito por comidas o bebidas costosas, mientras que parte de la población no tienen una dieta suficiente en calorías. La ira es frecuente en la política, suelen odiar a los de los otros partidos, que cuando se trasforma en violencia se suele injuriar al opositor con tal de quedar bien, pero el que habla mal de los demás habla mal de sí mismo, la ira anula al otro, lo vuelve una nada, cuando a pesar de ser contrario sigue siendo el otro con la misma dignidad que uno, si no se entiende esto, no se entiende de democracia. La Envidia es la tristeza que se concibe en el ánimo por el bien ajeno, en cuanto esté bien se mira como perjudicial a nuestros intereses o a nuestra gloria, vemos como ciertos candidatos que no han llegado al lugar que pretendían, solamente se pasan criticando sin ver las cosas buenas de los demás representantes. Todos estos pecados no le hacen bien al organismo social, y el pueblo es el que los termina padeciendo. Solamente hay que reconocer en el otro a una persona y obrar en consecuencia para respetarla en su ser individual, imagen y semejanza de Dios.
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