Marketing de las ideas

Lo compró, me gusta, me sirve, lo llevó. No, es muy caro, no me alcanza, no lo llevo. Lo compro o no lo compro, esa es la cuestión fundamental en estos días. Pensamos en términos monetarios, reducimos nuestro mundo a la lógica de los billetes, y de esta forma ponemos preció a las cosas, a los animales, a las plantas, a las personas, nada se salva de la lógica del mercado, ni siquiera las ideas; el problema surge cuando las ideas incorrectas son vendidas por correctas, y así el marketing de las ideas determina lo que está bien y lo que está mal, la ética es la resultante de la fluctuación entre la oferta y la demanda. Se vende la alegría, se vende la esperanza, se vende el amor, se vende la amistad, se venden los principios, para valer como persona hay que tener, para ser hay que tener, para que te crean hay que tener, para que te escuchen hay que tener. Para tener pensamientos valiosos hay que pensar con los valores que cotizan alto en la bolsa de las ideas, nadie se arriesga a jugarse por las ideas que corren peligro de bajar el índice de valores negociables, y así el honor queda relativizado por el precio, el matrimonio, la palabra, la fe, las ideologías, la verdad, valen en la medida que la pizarra de la televisión digan que valen, alguien nos vende esto y nosotros lo compramos, aceptamos, no nos arriesgamos ya que puede ser muy caro, somos los propios consumidores de este sistema, los constructores, los defensores. Lo que todavía no se a cuanto me van a cotizar esta idea.

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