Ni opresores, ni oprimidos 2


                     
  Nadie es, si prohíbe que otros sean. Decir que los hombres son personas y como personas son libres y no hacer nada para lograr concretamente que esta afirmación sea objetiva, es un engaño; no basta conocer la relación dialéctica entre el opresor y el oprimido para alcanzar la liberación; es necesario que éste se entregue a la práctica liberadora; cuando más descubren las masas populares la realidad objetiva sobre la cual deben incidir su acción transformadora, más se insertan críticamente. Lo mismo sucede con el opresor, el que este reconozca su rol no equivale a solidarizarse con los oprimidos. Estas actitudes, que en la práctica se observan en el asistencialismo, no son sino un refuerzo de la dependencia, intentando minimizar la culpa con una conducta paternalista. La verdadera solidaridad debería expresarse en la transformación de las situaciones de injusticia y opresión que despoja al ser humano de sí mismo, violentándolo; la violencia de los opresores convierte a los oprimidos en hombres a quienes se les prohíbe ser, y la respuesta de éstos a la violencia es el anhelo de búsqueda del derecho a ser. Pero solamente los oprimidos podrán liberar a los opresores a través de su propia liberación; los oprimidos deben luchar como seres humanos libres y no como objetos; la educación, como práctica de la libertad, implica ver al ser humano integrado al mundo, integrado en la sociedad, nunca aislado, el conocimiento no deberá ser una mera abstracción, sino siempre reflexión; es cómo se rompe con la pasividad del educando que propicia la adaptación a una situación opresiva. Lo que se busca es la transformación de la realidad, en la que opresor y oprimido encontrarán la liberación humanizandose mutuamente, nadie puede ser si prohíbe que otros sean, y como diría Platón buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro. 



Comentarios

Entradas populares de este blog

Efecto Hawthorne

Comer, coger y dormir

Todo preso es político...