Golpe a la palabra



  El lenguaje se ha vendido al mejor postor. Quien maneja el lenguaje maneja la interpretación de la realidad, y quien la interpreta puede ejercer dominio y control sobre los fenómenos sociales. El lenguaje como el dinero, hace señor al siervo y al siervo hace señor. Había un meme que decía: “Para ellos matar por la espalda es legal; tener plata en el extranjero es patriota, reprimir la protesta es conciliador, encarcelar opositores es prueba de republicano; favorecer la fuga de capitales es crecimiento; los derechos laborales son un palo en la rueda; endeudarse es gobernar, cerrar escuelas es administrar, bajar los salarios es competitividad”. El poder suele enmudecer la palabras de los otros, sus gritos desesperados, sus reclamos y necesidades, porque escucharlos sería escuchar la conciencia, reconocerlos en su condición de humanidad, y si eso pasa hay que tomar cartas sobre el asunto. El intento de golpe de estado a el presidente Maduro, a Correa, los golpes a Lugo, Dilma, Zelaya, el golpe a el presidente Evo Morales, ni que hablar de la guerra en medio Oriente; el análisis de los medios de comunicación, la mayoría de las veces justificando esas medidas extremas, sin razones legítimas ni legales, sino a través de falacias rebuscadas por intelectuales, que quieren conservar el orden y los privilegios a cualquier precio. La tergiversación de la información de los medios de comunicación, nos obliga a replantearnos el uso de la palabra, a Evo lo llaman dictador y a Guaido presidente. Cada cual quiere ver la realidad a su conveniencia. Por eso el periodismo tiene que ser independiente, debe haber una ley de medios que los regule si no se presta para los monopolios de la palabra; la democracia funciona bien, cuando existe publicidad de los actos de gobierno, información, cuando se puede peticionar a las autoridades; de lo contrario la realidad pasa detras del telon, como la represión en Chile, la quema del Amazonas o el golpe de Estado en Bolivia. 



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