
_ ¡No me interesa la política! Es una frase que solemos escuchar, de personas que prefieren no opinar sobre determinados temas; se ahorran la angustia de pensar por ellos mismos y el riesgo de generar discordia entre los allegados o de algún cliente. Gracias a las redes hoy en día, el que no sabe es porque no quiere, tenemos tutoriales, revistas, podcast, informes, noticias, solo hay que buscar lo que nos interesa ¿Pero que nos interesa? esa es la cuestión. Las personas solemos adoptar las ideas que confirman nuestras ideas, lo que hoy se conoce como sesgo de confirmación, no hacemos otra cosa que justificar nuestras conclusiones, vemos lo que queremos ver y oímos lo que queremos oír. Pensamos que son objetivas, racionales y lógicas pero ¿podemos estar equivocados? podemos caer en noticias falsas, repetir mentiras, interpretaciones erróneas; cuando caen dentro del sesgo de confirmación, son aceptadas y reafirmadas, muchos prefieren una mentira que consuela a una verdad que duela, el sesgo de confirmación es un colador falso, que deja pasar solo lo que quiere, nuestras opiniones y creencias previas. Detrás de ideas demócratas y morales, se esconden los intereses económicos, no nos gusta reconocer lo egoísta, mediocre y vulgar de muchas de las ideas que se defienden, no queremos ver el lado económico de la cuestión, porque los medios lo esconden, de eso no se habla, pasa desapercibido, a través de falacias y silogismos falsos se confirman esas ideas que le convienen a un sector de la sociedad, las que parecen las correctas, buenas, nobles y cristianas, se va generando un sentido común, una forma de pensar que pareciera la verdadera, pensamos como se piensa, sentimos cómo se siente, deseamos como se desea ¿pero quien fabrica ese pensar? El daño que muchas veces se genera contradice todos sus postulados morales, todos sus razonamientos lógicos, el daño desnuda la mentira, la desarma, pero esto no se muestra, porque nos da vergüenza la desnudez de la verdad. El sesgo de confirmación se va volviendo emocional, parte de nuestro pensar y vivir lo pensado se va solidificando, no se aceptan otras ideas, trabajado desde los medios, logra una grieta, que no resuelve nada, pero que se defiende a capa y espada, porque somos seres tribalistas, el otro pasa a ser directamente un enemigo que hay que combatir. Se ataca a las personas con ideas opuestas, se las denigra, se les injuria, se utiliza como estrategia de campaña, se vuelve a confirmar el sesgo, cada vez es más difícil encontrar los puntos comunes, coincidencias, acordar, negociar, la política se vuelve un campo de batalla, el veneno de la mentira un recurso, y cualquier estrategia se vuelve legítima, el fin justifica los medios, el ser humano, la verdad y el planeta, quedan relegados a lo tangencial, efímero y finito.

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