La música del silencio
“Cada vez más chicos y jóvenes empiezan a tener pérdidas auditivas importantes inducidas por el ruido en boliches, y esos son daños irreversibles”, afirmó Mónica Matti, fonoaudióloga, según cuenta un artículo de un diario de Bs.As. Para prevenir que en el futuro se siga reproduciendo esta afección, desde la Legislatura porteña propusieron un proyecto para impedir que en discos y locales bailables se pase música que supere los 90 decibeles. Es el máximo soportable que marca la Organización Mundial de la Salud (OMS) para que no traiga consecuencias al oído, y es también lo que señala la Ley de Seguridad e Higiene para los ambientes de trabajo. "En la actualidad no hay límites", denunció el especialista en contaminación acústica, Federico Miyara. "Cuando tuve que entrar a algún boliche comprobé que fácilmente están en los 105 decibeles". Los dueños de los boliches bailables deben cumplir con normas de seguridad e higiene para prevenir pérdidas de la audición de sus consumidores. El efecto excitante se produce con la música, la cuestión del volumen es solo una costumbre, a mayor sonido se piensa que se va a lograr mayor excitación, y cada vez se pone la música más fuerte, es como los adictos a las drogas cada vez necesitan dosis mayores. En Puerto Rico se ha hecho costumbre ir en frente del parque de la Iglesia para juntarse, charlar y escuchar música, lo que es muy bueno, pero los fanáticos del tunning y del sonido, empiezan a competir con sus súper parlantes superando los decibeles permitidos según las normas de seguridad, pero como todavía no se ha legislado en esta materia al aire libre, el silencio del fin de semana se queda usurpado por el frenesí y la megalomanía, el tum, tum se puede escuchar a varios kilómetros. Hay una frase que dice que el ruido no hace bien, y el bien no hace ruido, creo que la cuestión es igual a los fumadores, paso tiempo para que se respete el derecho de los no fumadores, porque el asunto pasa por ubicarse y darse los gustos sin molestar a los demás, sin interferir en su espacio, así como hay lugares específicos para escuchar música y bailar, el silencio del espacio público debe ser respetado. Hay gente que le gusta escuchar música fuerte como hay gente que le gusta meditar, pensar, estudiar, reposar de una enfermedad o simplemente descansar en silencio, que también tienen derechos y esto es básico para la convivencia. En el colectivo lo mismo, jóvenes escuchando música con sus celulares en altoparlante, cuando hay auriculares. El humo de los fumadores como el volumen de la música son cuestiones en las hay que ponerse de acuerdo para así poder respetar la salud de las personas con las cual convivimos.
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