Laborem Exercens

La Encíclica Laborem exercens dice que: el hombre se nutre con el pan del trabajo de sus manos, con del pan de la ciencia y del progreso, de la civilización y de la cultura, este es la clave de toda la cuestión social. La técnica puede transformarse de aliada en adversaria del hombre, como cuando la mecanización del trabajo suplanta al hombre, quitándole toda satisfacción personal y el estímulo a la creatividad y responsabilidad; cuando quita el puesto de trabajo a muchos trabajadores antes ocupados, o cuando mediante la exaltación de la máquina reduce al hombre a ser su esclavo. El acelerado proceso de desarrollo de la civilización unilateralmente materialista, en la que se da importancia primordial a la dimensión productiva del trabajo, dejo relegada a la persona en nivel secundario, como una mercancía o como una anónima fuerza necesaria para la producción, como un instrumento y no según la verdadera dignidad de su trabajo, o sea como sujeto y autor, como verdadero fin de todo el proceso productivo. Esta situación esta favorecida por el sistema socio-político liberal que según sus premisas de economismo, refuerza y asegura la iniciativa económica de los solos poseedores del capital, y no se preocupa suficientemente de los derechos del hombre del trabajo, afirmando que el trabajo humano es solamente instrumento de producción, y que el capital es el fundamento, el factor eficiente, y el fin de la producción. Para realizar la justicia social en las diversas partes del mundo, en los distintos países, y en las relaciones entre ellos, son siempre necesarios nuevos movimientos de solidaridad de los hombres del trabajo y de solidaridad con los hombres del trabajo, debe estar siempre presente allí donde lo requiere la degradación social del sujeto del trabajo, la explotación de los trabajadores, y las crecientes zonas de miseria e incluso de hambre.

Pablo Martín Gallero

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