La era del vacío


Gilles Lipovetsky escribió la era del vacío, una crítica a la cultura posmoderna, escribe que atravesamos una nueva era de individualismo, un abandono en el plano ideológico. El individuo libre es el valor supremo, se ha producido la muerte de lo colectivo, sumado a la revolución del consumo, se legitima el individualismo hedonista, la gente quiere vivir enseguida, conservarse joven, ninguna ideología política es capaz de entusiasmar, no hay proyectos movilizadores, estamos regidos por el vacío, un consumo cool que ha dejado digerir la crítica de la opulencia. El capitalismo funciona a base de una economía libidinal, perdura un valor cardinal, el individuo, y su derecho a ser libre a su vez que crecen las técnicas de control social, aumentan las prioridades de la esfera privada, se crean solidaridades de microgrupos, que hacen retroceder los objetivos universales;  es preferible encontrarse con iguales antes que litigar con diferentes, vivimos en un narcisismo colectivo, nos juntamos porque nos parecemos. Cada uno quiere decir algo, pero cuando mayores son los medios disponibles, menos cosas se tienen para decir, es una paradoja. Eso es el narcisismo, el predominio del acto de comunicación por encima de la naturaleza de lo comunicado, la indiferencia por los contenidos, la comunicación sin objetivo, el emisor convertido en el principal receptor. Nadie cree en las instituciones, sin embargo el sistema funciona, pero lo hacen en el vacío. Ya es posible vivir sin objetivo ni sentido, la indiferencia crece. En la educación se puede ver que se pierden las motivaciones y el interés, el colegio es un cuerpo momificado y los docentes un cuerpo fatigado. Esto aparece en el campo político, donde interesan a la población igual que el clima o los resultados deportivos, ha entrado en la era de lo espectacular, entran en juego los medios, no se conocen prioridades, solo estimulaciones. Aparece la depresión y el hartazgo, la indiferencia se apropia de la existencia. La República pierde peso, cuidar la salud, desprenderse de complejos, adquirir la realización personal, el autoconocimiento reemplaza la conciencia de clases. La dominación ya no se realiza por imposición disciplinaria, sino mediante un dispositivo de autoseducción, el narcisismo obstaculiza la movilización de masas; cada uno busca su propio interes, se trata de una lucha por el reconocimiento estetico, erótico y afectivo, esta en juego el deseo de complacer, de seducir, de ser escuchado, amado, la guerra de cada uno contra todos, sumada una guerra interior amplificada de un superyo punitivo, bajo el imperativo del éxito genera ambiciones desmesuradas, como tambíen  favorece el desprecio de uno mismo, en una sociedad narcisita, que se nutre del odio al yo, antes que su adminaración, ¡si al menos puediera sentir algo! es la fórmula de desesperación que afecta cada vez más a un número mayor de personas, un sentimiento de absurdidad y vacío de la vida. Pasamos de la lucha de clases a la lucha de todos contra todos, se vive en un desierto de autonomía y neutralidad asfixiante, que no tiene principio ni fin donde el otro se ha disuelto. Pero lo que no está permitido es perder la esperanza en el desierto.

 

https://www.youtube.com/watch?v=h5iHuYlU7FM

  

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