La luz de la libertad


El ser humano tiene dentro suyo un espíritu que como una llama va creciendo en la medida que lo alimente de cosas que le hagan bien, ese espíritu es libre y siempre va a tender hacia la libertad, pretender controlar y dominar tanto a países como personas va en contra de la naturaleza humana y lo único que consigue es someter bajo violencia, lo que genera más violencia. Aunque el mérito del sistema financiero en que vivimos es hacerle creer a la persona que está libre en su prisión. El esfuerzo que hacen los grupos concentrados y los países ricos para mantener la hegemonía sólo genera luchas, divisiones y malestar. La civilización no depende solamente del progreso material, sino del espiritual, de esa luz que se comparte y nutre con los demás, cuanto mayor igualdad material compartan los seres humanos, mayor bienestar social habrá, el ser humano nació para compartir, es un animal gregario, comparte su suerte inconscientemente; es afectado por los demás, cuando pierde la empatía, es porque ha perdido su humanidad. Negarle la dignidad al ser humano siempre va a generar su resistencia, pues la libertad es su condición natural, quitarsela es ir contra natura, es someter al ser humano a vivir en estado de guerra; siempre luchará por sus derechos. Grupos económicos, bancos y corporaciones, su operatividad, su autonomía funcional, así como su lógica de eficiencia para obtener el máximo beneficio, sin importar los medios, propios de un psicópata, los vuelve inconscientes ante el daño ecológico y social que generan. Las dádivas que reciben sus directivos, los vuelven ciegos de las consecuencias de su accionar, imponiendo sus intereses poco a poco van debilitando a la  sociedad y sus instituciones. Las leyes antimonopolios deben estar vigentes previniendo las grandes concentraciones de capital. El planeta tierra es pequeño; es responsabilidad de todos el cuidado, no se dará por generación espontánea sino que tanto leyes, como instituciones, partidos políticos deben velar para que se respete el derecho y la justicia, sin los cuales no puede haber verdadera libertad.













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