El traje moral

Había una vez un país donde a un dirigente político se le ocurrió la idea de vender un traje, toda persona que usará el traje, más allá de las acciones que realizaba ya era moral, honesto y trabajador; además servía para sentirse parte de las personas mas pudientes del país, ya que el dinero se había vuelto el pasaje a lo ético, las que usaban el traje, argumentaban que eran las que querían vivir en democracia, en paz y en libertad, preocupados por las próximas generaciones. La gente hacía filas en los negocios indicados, pintados de amarillo y salían con una gran sonrisa después de haber comprado tan venerable traje. Cada vez más gente tenía el traje y quería pertenecer al grupo; aquél que no usaba el traje era llamado con una letra M, de marginal, nadie quería andar por la calle con esa estigma, e intentaban comprar el traje para que les de mayor estatus y no sentirse despreciados, ya que todo el tiempo a través de los medios de comunicación menospreciaban a los sin traje, los injuriaban, los trataban de narcotraficantes, corruptos, vagos, que quieren el proyecto M, que violan los derechos humanos y económicos, la propiedad privada, que atacan la libertad de prensa y se vuelven dictaduras populistas. Cuando alguien sin traje entraba en un supermercado o en una fiesta, la gente se apartaba y cuchicheaban entre sí: _ ¡Mira este que vota a los descamisados! huu...aaa alejense….. como si fuese un leproso en la era de Cristo. Tan irracional se volvió la grieta que el que cae en ella no se da cuenta del infantilismo racional de sus argumentos, binarios, maniqueos, antiguo, falaz, que no reconoce a los otros, para poder pensar en términos medios hay que hacer un ejercicio de libertad y no todos saben manejarse en la libertad. Los de traje atacaban a las personas para destacarse, los sin traje atacaban a las conductas, esa es una gran diferencia. Pero los años pasaban, y los problemas no se arreglaban, la gente usaba el traje moral, honesto y trabajador, pero no se veían los resultados, porque en el fondo sabían que “por más que la mona se vista de seda, mona queda” fue entonces que las personas se dieron cuenta que el hábito no hace al monje y que no por mucho madrugar amanece más temprano. Poco a poco se fueron despojando de aquel suntuoso traje, las tiendas fueron cerrando, sus vendedores tuvieron que abandonar el país el marketing les dejó de funcionar y la gente tiró el traje a la basura.





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