El chofer del infierno
Imaginemos que subimos a un colectivo, nos sentamos plácidamente en una butaca y empezamos a sentir la velocidad del vehículo que es conducido ligeramente por las calles, por un demente que quiere atropellar a los peatones y a todo cuanto se le cruce; no sabemos a dónde podemos ir a parar. El ex presidente de Uruguay Tabaré Vázquez contó sobre la relación que entabló con el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, este que reconocía en la guerra una manera solida para optimizar la economía de su país, en caso de que Uruguay se enfrentase en un "conflicto bélico" con Argentina. A veces queremos creer que los que nos representan tienen buenas intenciones, que nos quieren conducir al bien general, con buenos asesores, pero pasa que si nos quedamos sentados, paralizados por el pánico o la indiferencia, en la butaca del relato narrado primeramente, corremos el riesgo de que el chofer nos lleve al precipicio, que nuestro destino quede truncado por la sinrazón de un sujeto de sus delirios, como le paso al pueblo Alemán con Hitler, que intentaron tomar al mundo por asalto. A veces la paranoia se contagia, recuerdo como el parlamento de los Estados Unidos voto para ir a guerra con Irak casi por unanimidad, si no fuera por un voto disidente. Es una locura la guerra, y los que la proponen como salida, no dejan de ser locos, ya que hay otras maneras de resolver los problemas, EE.UU sigue mirando con rabia a Irán, pues parece que este es otro posible pozo de sus ambiciones, no nos olvidemos que el hilo se corta por su parte más fina, como la paz mundial. Aunque la paz no es un negocio para la industria armamentista y afines. No podemos dejar en manos de un chofer borracho o loco la vida de los pasajeros, hay que hacer todo lo posible por frenarlo.oco la vida de los pasajeros, hay que hacer todo por frenarlo.
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