Jovenes del hoy
Nuevamente los jóvenes pasaron por la puerta de mi casa con tambores y silbatos, al mejor estilo piqueteros, arrastran unos carros al estilo cartoneros, pero no llevan cartones, llevan bebidas para conseguir esa pasión mágica que los traslada a un mundo sin problemas, divertido, lejos de los adultos que tanto los han desilusionado. Van pidiendo colaboración, paran algunos autos, van a los negocios, a las casas, les piden a las personas de la calle con el objetivo de conseguir colaboración, plata, bebidas, comida, les viene bien; se muestran, se hacen sentir, se descubren, se afirman; pero no dejo de pensar que los jóvenes nos están pidiendo algo más que la simple colaboración. Lastimosamente la felicidad artificial del alcohol dura poco tiempo, pasan por los tres estadios, el del mono gracioso, el del león bravo, y el del chancho que se revuelca en su desecho, a las noches alegres, le siguen los amaneceres tristes, y vuelven los profesores con las lecciones de matemática e historia, y vuelve la incertidumbre del estudio a seguir, y vuelve los padres exigentes, ausentes, crueles, desocupados, malhumorados. ¿Qué nos están pidiendo los jóvenes? Quizá solamente colaboración, quizá espacio, tiempo, dedicación. Los jóvenes no son el futuro, son el hoy, y hoy quieren ser, pero todavía necesitan del faro que les indique el camino. El problema surge cuando el faro ha perdido la luz.
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