Diego Sztulwark | La democracia como problema | Feria del Libro Venado Tuerto

 



40 años de democracia se ven amenazados. La democracia es un momento igualitario, ocupación de calles, huelgas generales, momentos multitudinarios, donde la presencia de las personas en la calle hace que las personas valgan en términos de inteligencia y fuerza más o menos igual. El momento del voto, un instante que se da cada tanto tiempo, donde se tiene la ilusión de que por un momento ese acto de millones de personas defendiendo lo que puede con su fuerza y con su mente con un voto es igual al de todos los demás, y en ese momento ni los poderes económicos, militares, preconstituidos, puede decidir lo que va a ocurrir. Es un instante agobiado, amenazado, el momento previo como posterior con desigualdades económicas y políticas, encuestas, lo que se dice en la Tv, el humor de los mercados, la cotización de la moneda, la inflación, los ingresos, bajo control de la interpretación y los efectos del voto. 

El primer problema de la democracia es que el instante igualitario del voto es el objeto de control de toda la aparatología, informacional, financiera, el gran esfuerzo por controlar un acontecimiento. El problema de la posdemocracia, sociedades organizadas para controlar lo que tienen de democracia. 

La democracia hoy se utiliza en geopolítica para legitimar estados que pueden producir genocidios bajo la idea de que esos genocidios lo hace un estado demócratico moderno.  

En 1983 Horowicz nombra a la democracia como de la derrota, que está viva hasta hoy en día, tiene que ver con dos fechas 1976, que no es una fecha vieja, antigua, es una fecha que simboliza la desestructuración de un movimiento obrero, popular de transformación, que sigue cuando hasta nosotros, que la encontramos en el personaje que hace Villarruel, esa fecha es la derrota del movimiento popular con la economía de las finanzas. La otra fecha es 1982 la derrota militar en Malvinas, porque si la democracia de 1983 en adelante no cuenta con un movimiento obrero, ni popular, ni con izquierdas desafiantes, del otro lado se desactivo el partido militar; para saber como funciona un orden hay que ver como funciona en sus estados de excepción, en sus momentos de crisis, menos normales, porque la excepción es mas interesante que la norma, nos permite conocer lo que la norma oculta sobre su propio modo de funcionamiento, sobre el propio poder del que se funda. De 1976 hasta el 1930 las crisis políticas se resuelven con intervención con la fuerza armada que es el brazo militar del estado y del bloque de las clases dominantes. del 1983 en adelante eso no ocurrió, nuestra democracia tiene una novedad, las crisis no pueden ser resueltas sobre el aparato militar ¿Como se resuelven las crisis? la del 2001, que nos liga bastante con las crisis 2021, 2023, que no sabemos como se va a resolver, que no se resuelve con un partido militar, pero que no sabemos cómo se resolvería. La implosión social es un concepto que se utilizó para explicar el final de la guerra fría, donde un bando parece que explota hacia adentro, por fuerzas externas. En Argentina no hubo estallido porque hay una implosión administrada, sobro todo en los conurbanos, en territorios urbanizados, donde la vida es tan agobiante que no se alimenta, que no se preparan ahí grandes estallidos, pero si se prepara un largo desgaste y escepticismo, que la política argentina no sabe escuchar. 

Los continuos ajustes de la democracia produjeron una sociedad precarizada, sometida a una totalización de la precariedad. 22 años de esforzarse porque el estallido no ocurra es un éxito político de la democracia si lo pensamos con un éxito de contención, y es un fracaso estrepitoso si no podemos escuchar, ni ver lo que ocurre bajo la forma de la implosión.

En 2001 Ignacio Lewkowicz, escribió un libro “pensar sin estado”, donde llamaba catástrofe no es ni un trauma, ni un acontecimiento que dé lugar a un tema nuevo, sino que es una destrucción de todos los códigos que teníamos para construir lazos sociales, 2001 es nuestra catástrofe, es el pasaje de una época del pasaje en que las condiciones de vida estaban garantizadas por el estados a una época en que las condiciones de existencia están producidas y garantizadas por el mercado, la lógica del capital desbordó la lógica de la ley, de las instituciones, ahora es el capital que pone las condiciones para la existencia, esto produce una catástrofe cognitiva, estamos acostumbrados al estado, al derecho, a las instituciones, garantizando ciertas condiciones, dando sentido a la existencia, que pasa cuando eso ya no ocurre más. Las psicosis sociales se ven bien en los dirigentes de las extremas derechas, son mentalidades que son buenas para la técnica y la matemática pero no tienen empatía social, y son muy buenos para las propaganda, para los medios ocultando siempre los fines. Donde aparece un sujeto que se identifica con los valores dominantes del capital porque ahí se puede existir y que hay que eliminar toda barrera, toda traba a ese sistema. La derecha libertaria, es una realidad actual de nuestra democracia, y es un síntoma extraordinario de aquello que los partidos populares de la democracia no pudieron resolver, que las fuerzas progresistas no han sabido plantear como problema, es la cara oscura de la democracia. En condiciones de mercado lo que reina es la desesperación, personal, familia y también de las instituciones, que no tienen garantizada su estabilidad. Que requiere una escucha. La reunión entre discurso crítico y escucha de la desesperación, que han quedado separados es una tarea fundamental. Todo lenguaje que no sea capaz de escuchar la desesperación y de devolver una palabra de justicia que no sea esta miserabilidad que la derecha escenifica como forma justiciera, es el fin del perdido que hemos llegado. Donde con más desigualdad social menos posibilidades de responder colectivamente, el gran instrumento de la tecnología comunicativa junto a la desigualdad da por resultado el modo como están gobernando las derechas, que han copiado de las izquierdas el gesto de mal humor, de enojo, e indignación donde su fin queda confundido entre resolver los problemas o humillar a los humilladores.


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