Rebeldía Paralizadora
Hay una rebeldía que es paralizadora, donde hay poder hay resistencia, pero si la resistencia no es capaz de cambiar las relaciones de poder, no sirve para nada. Cuando los grupos de resistencia empiezan a ocupar el lugar en la sociedad que el poder quieren que ocupen, pasan a ser parte del entretenimiento comunicacional, comienzan a cumplir el rol y a ocupar el lugar que el poder ha cedido a sus reclamos, los freezan, pasando a desempeñan una función más estética que ética. Hay grupos minoritarios en la sociedad que se identifican con la crítica feroz a ciertas prácticas culturales, hacen manifestaciones, protestas, muchas veces con justa razón, otras tan contrarias a la costumbre, que lo único que ganan es el rechazo, tratan de imponer otra cosmovisión, y terminan asemejándose al poder que combaten, justo es ahí donde el poder los necesita, porque es ahí donde los pueden clasificar como enemigos, dignos de rechazo por la sociedad y de esa forma deslegitimar sus reclamos, pasando a actuar un rol más payasesco que preocupante, situándose en un enfrentamiento paralizador, más que una dialéctica superadora. Si no revisan sus tácticas a sus reclamos se vuelven una anestesia, que además no les permite ser felices, ya que quedan estancados en la queja constante, sin poder disfrutar de los regalos presentes, donde corren el riesgo de victimizarse, caer en el pesimismo y resignación, porque cuanto más encerrado en un pensamiento negativo se está, más cuesta salir de ese pozo, por eso la alegría y la amistad siempre serán revolucionarias, porque personas alegres y convencidas son lo más difícil de combatir para el poder, ya que eso les interpela más que un piedrazo a una vidriera. Los verdaderos cambios en la humanidad siempre se han hecho de la mano de la paz del espíritu y de la luz de la razón; son lentos, logrados por ideas de justicia, ya que esta es su cometido.
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