El Odio cegador

El odio es una emoción humana que consiste en causar el mal a una persona o un género de personas, puede utilizarse como fuerza movilizadora, el odio es un sentimiento atávico que se genera cuando molesta una persona, una situación, una idea. Pero últimamente está siendo conducido por sectores políticos para juntar adherentes ya que es más contagioso que el covid. Pero el odio siempre es como un barril de pólvora, solo basta una chispa para que todo vuele en mil pedazos, la violencia genera violencia, y lo que se consigue con odio o violencia solo puede ser mantenido de la misma forma. Maquiavelo pensaba que el amor del pueblo no depende de lo que haga el príncipe, pero sí el temor, se refería a los líos feudales del momento, no en la felicidad de un pueblo ya organizado en estado de derecho. Apelar al odio es lo más bajo que los candidatos democráticos utilizan para convencer, porque el odio es contagioso e irracional, además impregna tanto a la persona que después no le entran razones, no se puede discutir con una persona con odio, porque de no tener razón utilizará la violencia contra el oponente, la falacia ad hominem, la descalificación, la injuria. Sturzzeneger decía que su consejero le recomendaba no hacer propuestas, ni que explique lo que iba hacer si quería conseguir votos; sin embargo la democracia necesita ser explicada, es el texto el que construye el contexto, son las ideas con las que se proyecta el futuro, cuando no hay texto es porque no se quiere cambiar nada, luego esas ideas se contrastan con los hechos, pasa que muchas promesas generadas en debates políticos son solo peleas de catch, para entretener y engañar, con la frase “síganme que no los voy a defraudar” uno consiguió ser jefe de estado. La democracia necesita de la tolerancia y el respeto, pero el odio no les da lugar, calla, obliga, somete, lo que nunca tiene finales felices. La democracia es problematizadora, pensar lo contrario, es conocer poco de antropología, o es aprovechar la inocencia salvaje para ganar terreno. No se puede pretender mirar la realidad por el ojo de la cerradura ya que esta es una multiplicidad de factores que no pueden ser resueltos con ideas superficiales. El odio suele utilizarse a falta de argumentos, a falta de razón, pues muchas veces lo que defiende el que utiliza este recurso, no es algo bueno, ni noble, ni justo, ni bello, porque no hace falta apelar al odio, cuando el fin perseguido es bueno, no se necesita denostar al contrario, se va de frente con las buenas ideas. Por eso hay que desconfiar de los que utilizan verborragia venenosa contaminada con palabras obscenas, porque solo está buscando contagiar pasiones y no buenas razones, está llevando agua para su molino más que pan al pueblo.
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