Río Rojo
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Habían organizado la pesca, la lancha estaba lista en el tráiler,
llevaban algo para tomar y comer. El día los esperaba soleado, el cielo
despejado, azul como si tuvieran al mar en sus cabezas, las nubes no se
atrevían a molestarlo. Llegaron al río, el agua mostraba una gran transparencia
por la sequía reinante, se podían ver las piedras a varios metros de
profundidad, generalmente el desmonte hasta la vera de los arroyos hace que la
erosión tiña de marrón al río. El aroma del agua y del monte, se mezclaba
entre los sorbos de mate regalándoles esa alegría de sentir la energía que
libera la naturaleza. Pescaron pequeños pacús y bogas, que no quisieron
devolver, los dejaban morir asfixiándose con el oxígeno del aire. _Ya casi no
hay bagres en el río, antes era el pez que abundaba_ comentó uno de ellos. Tras
varias horas con ansias de pescar el instinto se vuelve más fuerte, reviviendo
en ellos sus genes de homosapiens. No pudieron pescar nada de un tamaño
adecuado como para hacer un asadito, fueron varias las veces que habían
generado expectativas y burlas en sus casas tras volver sin pescado para el
almuerzo. De repente vieron como un animal trataba de cruzar el río, se
acercaron con la lancha, era un venadito, intentaron agarrarlo con las manos,
pero los evadía; _ ¡qué bueno pensaron, si lo cazaban volverían con algo entre
las manos! como no podían aprisionarlo, uno de ellos, agarró el machete y
le dio unos sablazos ocasionándoles graves heridas, hasta que logró acertar en
la cabeza del animal, que dejó de patalear para mantenerse a flote, en el
intento por querer subirlo a la lancha, el animal se hundió como si el
río lo estirase para abajo quitándoselo de las manos, entre risas y carcajadas
por la frustración de haber perdido el ciervo, limpiándose la sangre que había
salpicado sus rostros, lamentaban el hecho con palabras que opacaban el día,
que manchado de rojo seguía luciendo su mejor vestido. El monte que antes era
un refugio y fuente de alimentos para los animales ya no les garantiza la
supervivencia. El venado luego de escapar de trampas, escopetazos y esquivar
autos de la ruta, el agua lo había invitado a cruzar de orilla abrazando su
muerte como queriéndolo liberar de vivir huyendo y corriendo.
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