Militantes de Vidriera


 La era de las pantallas ha posibilitado el acercamiento de líderes a grupos que se sienten identificados, todo muy trabajado desde el marketing y la psicología. Lo interesante del fenómeno es que las personas se sienten miembros, parte, de grupos y sectores de personas a las que quizá solo conozcan su máscara y actuación, pero ya el hecho de compartir ideas, emociones, pensamientos, las historias de instagram, los hace pares de sus creaciones mentales que han alimentado a través de la pantalla del móvil, compartirán todo, menos el poder adquisitivo o el margen de maniobra y jamás participaran en la fiesta, pero rescinden esta comparación ya que la idea de pertenecer a la misma clase y poder compartir sensaciones con el celular ya los satisface, jóvenes que añoran el éxito material de quienes admiran, o del mismo rubro por mas que las diferencias en su capital sea abismal, da lo mismo Paulo Roca que el dueño de una PYME, lo mismo un agricultor de 20 ha. que uno de 1 millón, lo mismo el dueño de una prepaga que el dueño de clínica, la identificación se da por la calidad no la cantidad aunque esta última sea determinante en la cualidad, ya que no es lo mismo tener un millón de pesos que de dólares. Se ha generado la posibilidad de que el sentimiento de pertenencia se dé a través de la virtualidad lo que hace que muchos sigan al líder de su tribu, a su candidato a través de las redes, generando una sensación de proximidad que va construyendo un vínculo cercano, virtual pero espiritual, al igual que adolescentes sienten el frenesí de la batalla a través de los juegos de pc, a los que prefieren estar horas antes que jugando un partido de básquet en el calor del sol o con los mosquitos en la plaza o tomando mate con amigos que se burlan de la ropa. Como la tribu de salvajes, las hordas disparan flechas por las redes sociales defendiendo a su líder, al que sin importar mucho las razones, la lógica, o los resultados defienden a capa y espada; una vez que se han decidido a seguirlo están dispuestos a defender, algunos incluso dando la vida o dispuestos a cometer crímenes, odiando a los contrarios, desprestigiando o menospreciandolos, lo que no es nada democrático. Pero al igual que en el fútbol pueden sentir el fragor de la cancha desde el cómodo sillón de su casa,  lo mismo que las discusiones en el congreso, y asumir las ideas de sus representantes como propias y defenderlas por más de que deba rescindir sus derechos. Si la política es la guerra por medios diplomáticos, se lucha por intereses de grupos o sectores afines, el problema es que hoy los militantes son de vidriera, ya que como en el fútbol por más de que no jueguen el partido, ni que ganen como los jugadores, reirán o llorarán viendo lo que pasa en la cancha, por más de que no pertenezcan a los sectores más adinerados, de los terratenientes, de grandes empresarios, banqueros podrán sentirse pertenecientes a esa clase, por el simple hecho de mirarlos detrás de la vidriera y sentir la posibilidad de que algún día pueda ser igual a ellos, lo que es estadísticamente menos probable que ganarse la lotería y aunque sea más racional la economía planificada, prefieren echarlo a la suerte y llamarlo libertad.


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