La sorprendente realidad

En tiempos autoritarios el dedo fascista señala a los intelectuales, porque son los únicos que no quieren ponerse las ojeras, lo que los hace ver lo que la mayoría prefiere callar. Descartes se dio cuenta que para existir había que pensar y para pensar había que dudar de todo. La duda era el camino hacia la verdad y aunque todavía sigue siendo la piedra filosofal, hay muchos que la consideran una herejía. Hay diversas maneras de interpretar los hechos que pasan en la realidad, de lo que se trata para acercarse a la verdad, es de ser lo más objetivo posible, de alejarse de los prejuicios, preconceptos, intereses que uno pueda tener, para ver la realidad como es y no como somos, ya que nuestras ideas han sido moldeadas y condicionadas por nuestra historia personal, por el ambiente en donde nos hemos criado y por las personas que nos han rodeado. La gente que se va a los extremos por temor, al igual que el planeta, solo pueden encontrar frio y soledad. La verdad es lo que hace bien, nunca es rígida, se adapta a las circunstancias, no está escrita pues se va haciendo, por eso Jesús es verbo, por eso no dejo nada escrito, por eso tenemos un congreso. La persona que no es capaz de tener empatía con los demás, que no puede comprender, ponerse en sus zapatos ni siquiera por unos segundos, le será muy difícil poder tolerarla y respetarla, porque hasta los locos tienen su verdad, los diferentes pensamientos producto de diferentes culturas enriquecen la sociedad plural en donde vivimos. Los defensores acérrimos de su verdad rozan lo bélico, viendo al que piensa distinto como un enemigo que hay que destruir, que está equivocado y que representa al mal, tan convencido llegan a estar que hasta justifican cualquier atropello a los derechos humanos, con tal de imponer su visión de la realidad. La vida es como un partido de ajedrez, no hay solo una táctica para poder vencer, sino que es la capacidad de adaptarse a los movimientos del otro lo que puede llevarnos a la victoria. La democracia es lo más parecido a un juego de ajedrez, porque permite el juego flexible y dinámico ante las fluctuantes situaciones de la realidad, además de que acepta el intercambio de opiniones ante la resolución de los conflictos. Nada más contrario a la verdad, a la vida, y a la democracia que el pensamiento lineal y autoritario de los que pueden llegar a imponerse con una dictadura o un sistema totalitario. Lo curioso es que en tiempos de democracia partidos, personas, o periodistas llegan a defender sus ideas como si fuese la única verdad posible, hasta miran con melancolía los tiempos donde la verdad era torturada en los calabosos con tal de no perder su seguridad, sin lograr abrirse a las ideas de los demás, por lo que los diálogos se vuelven peleas, donde vuelan los insultos, la rabia con lo que no se puede construir nada. La realidad es sumamente compleja, entenderla en términos lineales, es no entender nada, porque es una red que abarca muchos universos complejos, agarrar un hilo de la red, y afirmar que es un hilo y no una red, es el árbol que no te deja ver el bosque. Los que arreglan todo con su verdad, con un golpe, un partido, un líder, una idea, viven bajo el embrujo de su convicción, espejismos de una realidad que no dejara de sorprenderlos.

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