Corazon de piedra
La pachamama o madre tierra le llamaban los pueblos indígenas al cosmos, a quien pedían perdón por las faltas que podían ocasionarle. Todos queremos tener una casa donde vivir, pero no nos preocupamos por el lugar, por el clima donde vamos a edificarla, pues así como nos preocupa la economía nos debería preocupar la ecología, cuentan que un señor construía su casa entonces le llego alguien a pedir ayuda porque el mundo estaba ardiendo, pero lo que a él le interesaba era su casa no el mundo. Cuando al fin tuvo construida su casa descubrió que las llamas empezaban a quemarla. En EE.UU. los Huracanes ya han arrasado con barrios enteros; detrás de un gran desastre hay muchos pequeños errores. ¿La minería es un negocio? ¿Para quién? Deberíamos preguntarnos, a la hora de discutir si aceptar o no a las multinacionales a que vengan a extraer nuestros recursos ¿Es incapacidad o es desidia no poder administrar nuestras riquezas por nosotros mismos? Cuando aceptamos a tantas compañías a que vengan a explotar nuestros minerales, estamos subestimando nuestra capacidad para hacerlo nosotros por nuestra cuenta, a nuestros técnicos, a nuestra producción, al igual que los molinos eólicos para producir energía; nos quejamos del colonialismo, pero sufrimos del síndrome de Estocolmo. Las empresas mineras con los funcionarios acólitos dicen no contaminar porque cumplen con las normas ecológicas de producción, que no son las mismas que aplican en sus países. Ya sabemos que para hacer caminos hay que romper piedras, sino no hay progreso, pero el progreso debe ir acompañado de beneficios para la gente que vive en el lugar. Debería haber equipos de estudio del medio ambiente de las universidades, ya que muchas veces el estudio de impacto ambiental se pierde entre los billetes. En Argentina se discute si la minería es buena o mala, la cuestión de fondo pasa por analizar los costos y beneficios, si las regalías representan ganancias cuanto más nos dejaría la administración propia, pues sus declaraciones juradas no condicen con los salarios de sus gerentes. El capitalismo es insaciable e irresponsable si no se le ponen límites es como un huracán, arrasa con todo.
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