La plaza
En la plaza de la Grecia Clásica nació la democracia, claro que hoy el liberalismo la ha diezmado un poco en ese lugar. La plaza desde sus comienzos siempre fue un lugar de reunión, de encuentro, de fraternidad, donde se politizaba, se charlaba, se filosofaba, aunque desde que se inventó la televisión, niños y grandes prefieren el encierro de la pantalla a la socialización de la plaza. La plaza es un lugar que no debe perder valor en nuestra sociedad, hasta casi es imprescindible, porque se puede vivir sin televisión, pero no sin el contacto con las personas, que dicho sea de paso, es lo que hace que uno tenga los pies sobre la tierra, pues el aislamiento puede generar neurosis. Para un niño jugar con otros niños es sumamente beneficioso, pues no solo desarrolla la parte motora, sino que también la psíquica, con lo que ello implica, espiritual, emocional y mental, mejora su creatividad y dispara su imaginación a territorios inexplorados, que al pasar los años, ya de adulto esto será su pasaporte al éxito, pues la persona podrá llevar su empresa a esos territorios. Por ello debemos cuidar nuestras plazas, además de buscar que nuestros barrios tengan varias plazas y espacios verdes, con los juegos acordes para los niños y para los adultos, con los elementos que lo inviten a la diversión, a la recreación y al juego, como son los tradicionales, subibajas, los toboganes, las hamacas. Con canchas para futbol, vóley, básquet, skates, debidamente mantenidas; a su vez que cuenten con el espacio verde propio, con muchos árboles y pasto para que puedan jugar a la bopa o a la escondida y los adultos hacer footing, correr o simplemente tomar aire puro. Al Estado le cuesta menos invertir en plazas que en clínicas para la recuperación de adictos, pues el deporte se vuelve una adicción que previene las malas adicciones.
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