La conciencia
Todos tenemos conciencia, esa voz interior que susurra lo que está bien o lo que está mal, Kant decía dos cosas me llenan de asombro el cielo estrellado arriba mió y la ley moral dentro de mí, él pensaba que hay dos máximas que hay que seguir, que todo lo que uno hace lo deberían poder hacer los demás, y que no hay que tratar a las personas como medios sino como fines. Jesús enseñaba que en el amor a Dios y al prójimo se resume toda la ley y los profetas; el budismo enseña que no hay que dañar a los demás seres vivos… voz que muchas veces se prefiere callar para hacer lo que a uno le plazca, esa conciencia que suele ser la sumatoria de interpretaciones constructivas que vamos formando en la vida, (constructivas porque en definitiva son las que construyen y no destruyen) como haz el bien y evita el mal, o no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hagan a vos, los romanos tenían tres principios: “vive honestamente, no dañes a nadie y da a cada uno lo suyo” básico, natural, lógico, humano, los perros no pueden pensar así. Pero hemos aprendido a ser fríos calculadores racionales, hedonistas, pragmáticos y eficaces, donde los justificativos, pese a sus consecuencias o trascendencias negativas, encuentran argumentos para vivir sin angustia, siempre se encuentra una excusa: daños colaterales, mal menor, fuerza mayor, muerto el perro se termina la rabia etc. Pero la conciencia es como el amor, como la fe, o si se quiere como los músculos, hay que regarlos, trabajarlos para ver sus frutos, si eliges por ejemplo el camino del crimen, la violencia, el odio, y con lo que eso conlleva, vas a ir perdiendo tu conciencia y te costará mucho recuperarla, pero si te pones del lado de los poderosos que hacen vista gorda a los daños sociales como ecológicos que derivan de medidas políticas y económicas que ellos imponen las que impactan directamente sobre la vida de millones de personas, haciendo creerles que es producto del azar, eso también genera pérdida de conciencia, que cuando las poca que les queda les reprocha su accionar la distraen con cualquier placer o adicción mundana. Pero Dios es un misterio, como la conciencia, siempre golpea la puerta, y así como en un desierto puede nacer una planta en él ser humano que ha enterrado su conciencia puede hacerla germinar nuevamente, cuando la voluntad y los actos enmiendan daños y obran dando vida, cuidandola o haciendo todo lo posible para evitar daños a otros entes. El problema es cuando seres sin conciencia adquieren poder, los intereses de grandes corporaciones o sociedades anónimas que actúan sin evaluar las consecuencias de sus actos como lo haría una persona particular, la mayoría de las veces no se pasan de la raya no por la conciencia sino porque teme los castigos que el sistema de reglas de conductas de una sociedad establece, el tema es que luego va encontrando los mecanismos para sortear esas reglas, va adquiriendo ventajas ya con una falsa conciencia, que no es la de su interior sino de costumbres jurídicas externas se muestra públicamente correcto para poder seguir aglutinando poder, el mismo que se vuelve un vicio, una necesidad de aumentarlo, porque nuestra intrínseca finitud pareciera quedar paralizada en el la adquisición de poder y control, aunque sea solamente un espejismo. Para Nietzsche la moral era cosa de débiles, esto le gustó a la filosofía individualista contemporánea, el tema es que muchas cosas morales que se utilizan para vivir más civilizadamente, como la Patria, la Constitución, la costumbre, solo son utilizadas como mecanismos de dominación para la gran mayoría, un pequeño grupo de personas ricas, fuertes y poderosas, que no cumplen sus normas, ya que no las necesitan, quién necesita una muleta sino un liseado, quien necesita al estado sino los pobres, por lo que se manejan por fuera de las reglas que imponen a la mayoría, eso lo podemos ver cuando transgreden en actos de corrupción o en algún delito y quedan impunes, hasta vuelven a ocupar cargos en el gobierno. Y generan toda una narrativa de lo que estaba bien y lo que está mal, de lo que es bueno y lo que es malo, y señalan con el dedo a quienes son los malos y quiénes los buenos, echan la culpa de todo los males de la sociedad a una persona o un sector, el que toman como referencia del mal, y enseñan a la sociedad a odiarlo, simplificando de esta manera el compuesto multifacético de la sociedad.
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