El Corte de la Corte
Al niño le gusta descubrir, al
joven cambiar y al mayor conservar. Como dice la frase de joven incendiario y
de viejo bombero. Es destacable la
actitud del juez de la corte suprema de Justicia, Eugenio Saffaroni de
renunciar a su cargo a la edad de 75 años, así lo iluminan los principios
republicanos; la periodicidad en los cargos es elemental en una República. Carmen
Argibay también sentenció que renunciará a esa misma edad. Sin desmerecer la
labor que cumplió Carlos Fayt en la corte quien cumplirá 96 el próximo 1 de
febrero, que además de escritor es profesor, siendo un ejemplo de tenacidad y
labor. La justicia es dinámica, nunca estática, son como jugadores de ajedrez,
porque siempre tiene que resolver nuevos casos. El tiempo corre y no perdona,
los hombres, la naturaleza, las costumbres, la tecnología, las ideologías, el
mundo cambia, y así como los jóvenes conviven con los cambios tecnológicos,
adaptándose a ellos, los que cada vez son más rápidos, la realidad y sus
cambios necesitan de jóvenes para poder ser interpretada. El tiempo vuelve al
ser humano conservador, porque el adulto quiere conservar aquello que ha
adquirido con trabajo y esfuerzo, es lo normal. Podemos adivinar cómo va a sentenciar
una persona que ha estado 31 años desempeñando un cargo frente a las nuevas
propuestas, porque ya tiene una forma de pensar. Por eso la mente de los jueces
de la corte suprema de justicia debe ser una mente joven, ágil, capaz de
entender y comprender a los nuevos actores, la nueva tecnología, los nuevos
problemas. Mantener un juez con 96 años en
ese rol tan afanoso es como darle un formula 1 para que compita en el Grand
Prix, los reflejos no son los mismos, la capacidad de asumir riesgos tampoco. Vino
nuevo en vasijas nuevas, decía Jesús. La medicina confirma con Fayt que hacer
una actividad intelectual en la vejez nos mantiene la mente lúcida y nos
previene de enfermedades mentales como el Alzheimer, además científicos
descubrieron recientemente que la memoria no se pierde, sino que aumenta con
los años lo que únicamente retarda la respuesta, al contener un mayor léxico. Aunque
el cuerpo envejece el espíritu no, y la mente recicla las neuronas en la
actividad intelectual, el cerebro es cómodo y siempre busca ahorrar energía, una
vez que se acostumbra a transitar por un camino conocido siempre busca volver
por él, y teme enfrentar cambios, los que muchas veces son imprescindibles para el progreso de un país; como
lo fue la ley de medios. Por eso los guardianes de la constitución deben ser
personas que estén pasando por los 50, y
con un tope en los 60, pues siempre en los medios se suele esconder el
equilibrio y la justicia, nunca en los extremos.
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